miércoles, 10 de noviembre de 2010

Crevillensataciones

Los GPSs son unos ingenios extrañamente insensatos. Mira que es sencillo seguir indicaciones concretas (ve por la calle grande, y cuando veas una figura de unos moros ya estás), pero por más que lo intento no consigo que el maldito cacharro las acepte. Me toca ponerle ciudad, calle y hasta número (serán pijos...¡¡¡insensatos!!!) de edificio. Así que, mis queridas amigas insensatas, cuando os pido una dirección para llegar al bendito bar en Crevillente, después de irme a Elche a recoger a J, ¡¡necesito UNA MALDITA DIRECCIÓN!!. De verdad que os agradezco que me deis precisas instrucciones sobre la localización del bar (sigue por la calle principal, y luego cuando pases una figura de unos moros hay una plaza grande, y ahí está), pero el GPS se resiste a guiarme hasta allí con eso (insensato, una vez más).
Finalmente conseguí que me dieran una dirección. Plaza de la Comunidad Valenciana, número 1. Es un buen sitio, una dirección concreta que mi GPS debería poder aceptar. Y, un post más, digo debería.
Por más que lo intenté, por más que repasé todas y cada una de las plazas de Crevillente, la Comunidad Valenciana no tiene cabida en la lista de mi GPS. Debe ser pro países catalanes. El caso es que tras ímprobos esfuerzos se me ocurrió un motivo por el que podría no salir. Una llamada telefónica lo confirmó. Mi GPS es inocente... a quién se le ocurre darme como dirección para ir con el coche ¡una plaza peatonal!

Finalmente J y yo alcanzamos nuestro objetivo, un agradable pub irlandés llamado Corner (situado, en un alarde de originalidad, en una esquina), lleno hasta los topes. Tan lleno que pasamos los primeros quince minutos intentando colocar nuestras sillas y las de los de nuestro alrededor. En vez de la música del pub, en mis oídos resonaba la del tetris.
Tras conseguir marcar nuestro territorio, comenzamos a jugar. Las primeras propuestas, como el rol o el SSO (otro día hablaremos del Sí, Señor Oscuro, un juego para insensatos con ínfulas de originales) fueron rápidamente descartadas. Acabamos jugando al Señor de Tres, un juego pensado para que la gente acabe muy muy borracha y para el que sólo hace falta un dado. Os explico sucintamente:
Sale un 1: Bebes tú.
Sale un 2: Bebes tú y el de tu derecha.
Sale un 3: Todos beben. Además, el que sacó el 3 es el nuevo Señor de Tres, y lo será hasta que alguien saque otro 3. El Señor de Tres bebe siempre que alguien más lo haga.
Sale un 4: Bebes tú y el de tu izquierda.
Sale un 5: Bebes tú. Pones una regla (la que quieras). Si alguien no cumple la regla, bebe.
Sale un 6: Beben todos menos tú.
Las reglas que se ponen con el 5 son acumulativas, lo cual implica que conforme se alarga la partida beber se convierte en algo difícil y farragoso. Al final de la partida, el ritual era el siguiente:
- No se podían decir "el, la, los, las" como artículos.
- Darle un beso al de tu derecha (en la mejilla, insensatos)
- Alzar la copa gritando: PURQUERÍA! (para los que no sepáis qué es eso, os remito a http://www.youtube.com/watch?v=yUlzDd1o77Q)(además, si no lo conocéis, sois unos insensatos).
- Mientras bebes, frotarte el estómago. Mmm, que riiico...
- Antes de dejar la copa en la mesa, darle un golpe al canto de la misma (sin romper el vaso, si lo rompes, bebes)
- Tras dejar la copa, aplaudir.
- Tras aplaudir, decir "Tinc un vidre aquí", con la entonación y el lenguaje no verbal correspondiente (si no sabéis qué es eso... ¿porqué coño aún no habéis visto el vídeo que os he linkeado antes, insensatos? ¡A verlo, pero YA!
- Por último, contar una verdad personal (graciosa).
Me ahorraré la gran variedad de verdades personales que se desvelaron esa noche. Me quedo sólo con "Soy alérgica a todo tipo de plátanos" (de Cris), "no me gusta comer almejas" (de Aixa, lol), y "soy alérgico a los polvos" (del insensato jefe).
Ese maravilloso juego nos hizo beber bastante (a algunas más que al resto), con lo que al abordar el siguiente ya había quien se reía misteriosamente de la nada.
Seguro que muchos (insensatos de vosotros) habéis oído la canción mítica... un limón, y medio limón (8), dos limones y medio limón (8)... pues tan sencillo como eso era el siguiente juego. Numerados del uno al seis, debíamos pasarnos el turno, de la siguiente manera: "un limón, medio limon, tres limones, medio limón", que significa "el número 1 se lo pasa al número 3". Con la extrema sencillez del juego, no nos esperábamos que las risas fueran a ser las que fueron. Cath trató de decir "limones" en 14290835662934 ocasiones, y lo consiguió 3 ó 4. Melones, milones y similares aparecieron en la mesa sin aviso previo, provocando la hilaridad de todos los insensatos allí reunidos. Yo creo que hasta los de otras mesas se reían. Cuatro melones... no, espera... cuatro limones y medio melón... cuatro... cuatro milones... cuatro milones de limones...¡Cath! ¡Concéntrate! Vale. Cuatro limones... ¿limones?
Bueno, cuando llegó el punto en el que la palabra bien dicha le sonó mal a la insensata esa, los demás estábamos debajo de la mesa, en un vano intento de que nuestras risas no tiraran abajo las paredes del local.
Fue vano, porque nos tiraron poco después. Unas pocas pelis en los bancos de fuera (jugamos a las películas, no nos ponemos a ver "unas pocas pelis" en los bancos de parques de Crevillente a las 3 de la mañana) y a casita a dormir.
Aún me dio tiempo a demostrar una vez más que, si bien muchos de los "insensato" que grito a lo largo del día tienen mucho sentido (sobre todo al volante, preguntad a los que se atreven a ir conmigo en el Trueno Naranja...), yo mismo no me libro de ese epíteto. Dejando a J en su casa, en Campello, metí el coche por un camino oscuro. Después vi unas luces, ya cerca de su casa. El camino se estrechaba, pero las luces me atraían como el fuego a una estúpida e insensata polilla. En esto que J me dice "tío, para, para, que has metido el coche hasta la parada del tranvía". Vaya tela, nenes. Había metido el coche por un camino super estrecho, y no había sitio ninguno donde dar 180º sin derribar varias papeleras. Me tocó recular unos 100 metros marcha atrás, con los lados del caminito tratando vorazmente de alcanzar mi pobre Trueno. Vaya cara que se me puso. Y mientras, el cabrón de J partiéndose a mi lado.
En fin, insensateces que se hacen cuando hay sueño.
Os conmino a chequear futuras entradas. ¡Y comentad! ¡Y dad ideas! ¡Y haced insensataciones varias, para que este blog siga su marcha!

2 comentarios:

  1. Yo sabía decir milones y melones perfectamente, es que no sabéis valorar ni la creatividad ni el esfuerzo xDDD

    ResponderEliminar
  2. xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD Qué bien sienta despertarse en Madrid, sola como un hongo, y sin haber ido a clase, y poder recordar que hace un par de días estabas con los colegas partiéndote de la risa :)
    Un melón de besos, o milón, o limón... o como prefiera Cath xDDD

    ResponderEliminar